Urano, Neptuno y Plutón no han sido los únicos cuerpos celestes castigados por la hospitalidad astrológica. El verdadero paroxismo de la arbitrariedad astromántica llegó muy recientemente, tras el descubrimiento de un extraño e interesante objeto llamado Quirón.
En 1977, Charles T. Kowal, utilizando el telescopio Schmidt de 1,2 metros del Observatorio de Monte Palomar, descubrió un curioso objeto orbitando entre Saturno y Urano. El objeto fue identificado inicialmente como "Slow-Moving Object Kowal" ("Objeto de Movimiento Lento Kowal") y recibió el nombre provisional de 1977 UB; al principio se pensó que podía ser un asteroide. Solo que se encontraba en un lugar donde nunca se habían hallado asteroides. ¿O quizás se podría tratar de un cometa? Pero un cometa en verdad excesivamente grande (veinticinco veces mayor que el Halley, por ejemplo). El mismo Kowal sugirió esta hipótesis en 1978, al tiempo que proponía para el objeto el evocador nombre de Quirón (o Chiron). La mitología griega nos recuerda que Quirón fue el más sabio de los centauros, pero en este caso lo que se quería destacar era la aparente naturaleza "dual" del objeto: mitad asteroide y mitad cometa. De todas formas, por las dudas, Quirón terminó recibiendo un nombre "definitivo" tanto de cometa como de asteroide: Cometa 95P/Chiron / Planeta menor 2060 Chiron (la "P" se refiere a que es un cometa de período corto).
Quirón es un cuerpo de dimensiones modestas: su diámetro se ha estimado entre 148 y 208 Km. Su órbita de 50,7 años es muy inestable y excéntrica, y llega a pasar por el interior de la de Saturno. En la década de los 80 se descubrió que Quirón tenía una "coma" y una "cola", al igual que los cometas, pero de comportamiento diferente. De paso, Quirón no está solo: es apenas el primero (y el mayor, hasta la fecha) de una nutrida familia de objetos nuevos, los denominados "Centauros". Se cree que los Centauros se originaron en el cinturón de Kuiper, y que fueron arrastrados al sistema solar interior por la gravedad de los planetas gigantes. Hasta la fecha se han descubierto sesenta y tres, de los cuales seis tienen nombres referidos a la mitología griega (de centauros, por supuesto): Quirón, Chariklo, Asbolus, Nessus, Hylonome y Pholus.
Sin duda, desde el punto de vista de la astronomía, Quirón es un objeto tan insólito como interesante (al igual que sus compañeros). Lo que no resulta de entrada tan evidente es que ese interés deba ser compartido por la astrología. Después de todo, Quirón es un cuerpo muy pequeño, que se encuentra muy lejano, y del cual se desconocen aún muchas cosas. Existen por lo menos ocho asteroides mayores que él (Ceres, Palas, Juno, Vesta, Eunomia, Europa, Hygieia y Davida), cuya relevancia astrológica es mas bien escasa. También es menor que el ya mencionado objeto transneptuniano 1996–TO66. Pero, eso sí, cuenta con un nombre muy interesante.
En realidad, a los astrólogos "de avanzada" les faltó tiempo para precipitarse sobre el recién llegado. Tan temprano como en 1978 la Astrologers Guild of America formó el "Comité Quirón" (Chiron Committee), y ese mismo año Zane B. Stein fundaría su Asociación para el Estudio de Quirón. En 1983, la misma Zane Stein publicó su libro Interpreting Chiron, y Richard NolleChiron: The New Planet in your Horoscope (!!!). De 1987 es Chiron: Rainbow Bridge Between the Inner and Outer Planets de Barbara Clow, y en 1989 Melanie Reinhardt daría a la imprenta Chiron and the Healing Journey: an astrological and psychological perspective.
Quirón ya cuenta con una larga lista de propiedades astrológicas, "comprobadas" a toda velocidad en los cortos 23 años que han pasado desde su descubrimiento. La mayor parte de esas propiedades derivan de pintorescas digresiones acerca del nacimiento, personalidad, hechos y milagros del centauro Quirón mitológico, como sanador y maestro de diversos héroes no menos mitológicos. El método que siguen es, por decirlo suavemente, un tanto extraño: primero examinan la biografía de un ser mitológico (Quirón fue hijo de Cronos y Filira; su nacimiento fue difícil y doloroso; como era un ser monstruoso fue abandonado por su madre; lo educaron Apolo y Artemisa; luego fue maestro de héroes, como Heracles y Aquiles; Quirón fue un reconocido sanador de heridas) y de esta deducen la influencia astrológica de un cuerpo estelar de 200 Km de diámetro que lo único que tiene en común con el ser mítico es el nombre. Por ejemplo, nos dicen que a Quirón (el astronómico) "se le relaciona con las personas que después de haber experimentado el dolor, se convierten en sanadores". También se le ha hecho "representar la sanación mental, emocional y espiritual". La astróloga española Helia Ramos Ruiz es aún más exuberante. Nos informa que "Quirón representa una herida que se produce generalmente en el nacimiento o en los primeros años de la vida y que tiene que ver con su propio mito" y también que "El descubrimiento de Quirón simboliza el interés reciente en la sanación holística, es decir, no solo curar la parte enferma sino profundizar en las causas que provocan ese desequilibrio o enfermedad". Aún más: "De esta forma Quirón se siente abandonado por su padre (Cronos) que ha desaparecido, y rechazado por su madre. Estos temas de abandono y rechazo están muy presentes en las personas que tienen Quirón prominentes". Por lo visto, las influencias astrológicas más que bajar del cielo a la Tierra lo que hacen es subir de la Tierra al cielo.
Incluso se debate con absoluta seriedad sobre si Quirón (ahora sí, el "centauro" astronómico, no el mítico) rige al signo Sagitario o a Virgo. Suena en realidad algo desproporcionado que se haga regente de un signo a un cuerpo de apenas 200 kilómetros de diámetro, y que no es un planeta mírese como se mire, pero los astrólogos no suelen pararse por tales nimiedades. Los defensores de Sagitario aducen, con todo rigor lógico, que dado que Quirón es un centauro, debe regir a Sagitario, que se representa también como un centauro. Los de Virgo consideran que las virtudes de Quirón (¡el mitológico!) como sanador, lo hacen el regente ideal de este signo (aparte de que de esa manera Virgo pasaría a tener su propio planeta regente, ya que hasta la fecha comparte al planeta Mercurio con Géminis).
Ya sea que Quirón finalmente rija a Sagitario o a Virgo, aquí vienen al caso varias preguntas: ya se señaló que Quirón es apenas el primero de una familia bastante numerosa; entonces, ¿a quienes rigen los restantes centauros? Por lo pronto, ya existen cinco más con nombre propio, y la lista con seguridad se incrementará en muy poco tiempo. ¿Cuál es exactamente la influencia astrológica de Chariklo, Asbolus, Nessus, Hylonome y Pholus? ¿O hay que excluirlos? Y si es así ¿por qué? Los centauros mitológicos, exceptuando a Quirón, fueron, en general, individuos bastante desagradables. ¿Implica eso que la influencia de todos los objetos del mismo tipo que reciban en lo sucesivo epónimos de centauros será negativa? Si Quirón hubiera sido descubierto por un astrónomo japonés o hindú, y si este le hubiera dado un nombre tomado de su propia mitología antigua ¿esto hubiera hecho variar sus propiedades astrológicas? Y volviendo al caso del arriba mencionado objeto transneptuniano 1996–TO66, cuyo tamaño triplica al de Quirón, ¿cómo es que los astrólogos aún no lo han adoptado? ¿Será quizás por que todavía nadie le ha puesto un bonito nombre mítico, que evoque quien sabe que insólitas maravillas astrológicas?
Conclusión
Cuando revisamos la "asimilación" por la astrología moderna de algunos objetos del sistema solar de descubrimiento más o menos reciente nos encontramos frente a una apretada maraña de arbitrariedades y sinsentidos. Se inventan "influencias" con base a las características de los epónimos mitológicos, se incluyen unos objetos y se excluyen otros sin ningún criterio claro, la influencia astrológica se hace detectable solo cuando el cuerpo ha sido previamente descubierto por la astronomía, se inventan excusas ad hoc, como la de los "astros generacionales" para justificar que esa influencia no haya sido percibida con anterioridad.
Los astrónomos más tradicionales, aquellos que siguen empleando los planetas "clásicos", tampoco salen muy bien parados que digamos. ¿Cómo se puede excluir de un horóscopo la influencia de nada menos que tres planetas? Una de sus defensas es afirmar que un planeta influye solo si es visible a simple vista. Como la naturaleza de las supuestas "influencias astrológicas" nunca ha sido bien definida, y sus características son por completo ajenas a todo lo que conoce la física (por ejemplo, no depende de la distancia, ni de la masa de los planetas), esto podría pasar por una rareza más. Solo que ¡Urano es visible a simple vista! De la sexta magnitud, pero al fin y al cabo visible. ¿Y entonces?
De todas estas contradicciones sólo se puede sacar algo en claro: el absurdo y la pomposa trivialidad de la "ciencia" astrológica.
Javier Garrido racional@cantv.net